24 abril 2011

Serie Estudios Científicos Anglosajones: Premios IgNobel.

Los Nobel, Oscar, World Press Photo y demás premios prestigiosos dejan mucho que desear en cuanto a objetividad y seriedad. Si Tom Cruise tiene un Oscar, está todo dicho.
Menos mal que el Journal of Improbable Research entrega cada año los premios IgNobel a los científicos más graciosos y pintorescos (que no soy yo el único seguidor incondicional de estos individuos). Coincide que arrasan los anglosajones, que son mis favoritos.
En la última edición, celebrada no en Wisconsin sino en Massachusets, los triunfadores fueron:

-En Ingeniería, Karina Acevedo-Whitehouse y Agnes Rocha-Gosselin, de la Sociedad Británica de Zoología, y Diane Gendron, del Instituto Politécnico Nacional de México, por una nueva fórmula para estudiar las enfermedades respiratorias en las ballenas, que consiste en "hacer volar un helicóptero con control remoto sobre una ballena cuando sale a la superficie y atrapar la mucosidad del mamífero en bandejas".

-En Biología, un equipo de investigadores chinos, del Instituto Entomológico de Guandong, y Gareth Jones de la Universidad de Bristol (Reino Unido), por documentar científicamente el sexo oral, felación o mamadilla entre los murciélagos de la fruta.

-Los investigadores Eric Adams (Instituto de Tecnología de Massachusets, qué casualidad), Scott Socolofsky (Universidad A&M de Texas) y Stephen Masutani (Universidad de Hawai), junto con British Petroleum (BP), "ganaron un premio por desacreditar la antigua creencia de que el petróleo y el agua no se mezclan".

-Lianne Parkin y sus colegas de la Universidad de Otago (Nueva Zelanda) fueron premiados "por demostrar que la gente se resbala y cae menos en el hielo si usa calcetines sin zapatos".

-Richard Stephen y su equipo (Universidad Keele, Reino Unido) "por confirmar que maldecir alivia el dolor cuando te haces daño en el pie".

Sin embargo el premio que más me ha impresionado por su valor socio-económico y porque mejoraría mucho la sociedad (y lo digo en serio) es el de Alessandro Pluchino y su equipo (Universidad de Catania, Italia), "por demostrar matemáticamente que las organizaciones serían más eficaces y tendrían mejores resultados si se eligieran los jefes al azar entre los empleados", en lugar de los 2 métodos que existen actualmente, el poco usado de la antigüedad y/o méritos y/o capacidad; y el más extendido, el del dedito y/o amiguismo y/o sexo oral (que no sólo lo practican los murciélagos de la fruta).

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