18 abril 2011

Vidas realizadas.

A saber qué mecanismo cerebral hace que el género humano esté tan obsesionado con la fama.
Algunos son capaces de correr en pelotas en medio de un partido de fútbol y llevarse 10 ó 12 ostias de los guardias de seguridad con tal de gozar de su minutillo de gloria.
Un tipo estadounidense se ha pasado más de 40 años intentando demostrar que el marinero que besa a la chica en aquella famosa foto era él, él y no los otros 12 farsantes que pretendían usurpar su fama.
Y es que, como decía aquel bodrio televisivo, "la fama cuesta"; y a falta de la fama propia, reservada a unos pocos, nos conformamos con la fama ajena, y somos felices si un día podemos hacernos una foto con el vicepresidente de la región de Murcia.
El Pingüino en mi ascensor, hombre sabio donde los haiga, ya nos cantaba esto: "Todo el mundo presume de que tiene un primo que fue campeón de Castilla, yo presumo de que a veces me acerco y te toco la rodilla".

Viene esto a cuento porque al parecer el príncipe Guillermo de Inglaterra -al que se presenta como "piloto de búsqueda y rescate" pero cuyo mérito principal consiste en...en nada- y su futura esposa, que ya sabéis que se llama Kate, han elegido la isla de Anglesey, en Gales, como "nido de amor".
Evidentemente la obsesión por la fama no está reñida con el dinero y en la isla esperan forrarse con el turismo que va a traer la parejita de parásitos. De hecho ya están pensando en organizar "La Excursión Real", una gira para turistas japoneses, australianos y europeos por esos lugares míticos, no sé, digamos la playa por la que un día pasearon los príncipes de la mano, acompañados del amor, de 15 matones y de 36 fotógrafos acreditados y otros tantos periodistas dispuestos a escribir que "los enamorados vieron el atardecer, como una pareja más".

Pero lo que más me ha impresionado son las declaraciones de Alison Williams, propietaria de "The Flaming Grill", un camión de salchichas instalado en un aparcamiento cercano a la base militar donde "trabaja" este muchacho: "Vino hace un año" -dice orgullosa. Al salir de uno de sus entrenamientos en la base, el príncipe-piloto "se llevó un plato de huevos con jamón, a 2'20 libras".
¡Qué suerte, Allison, qué envidia, haber vivido esa experiencia tan excitante, haber podido ver de cerca a ese tarugo!
Es como el chiste de los vascos: "Oye, Patxi, que conozco a uno al que le han comentado que hay un tío que tiene un primo que dice que folla".

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