13 febrero 2007

CONTAR. 2: Sí.

Soy pobre, soy tonto, soy aburrido, soy previsible, soy divorciado, estoy solo, y me muerdo las uñas.

No tengo trabajo, no tengo aficiones, no tengo futuro, no tengo esperanzas ni posibilidades.
Pero tengo mucho tiempo.

No le gusto a mi familia, ni a mis ex, ni a la gente, ni a la sociedad, ni siquiera a mí mismo.

Algunos días me pregunto porqué y otros para qué. Y hay incluso algunos en los que me pregunto cómo y no consigo responderme.

Lo que a mí me gustaría no es ser listo, rico, divertido, original, o reconciliarme con la sociedad, o dejar de morderme los pellejos, oír bien, conocer el amor de mi vida.

Lo que a mí me gustaría no es tener compañía, trabajo, aficiones, futuro, esperanzas, posibilidades, ojos verdes, una polla de 30 centímetros, 20 años.

Lo que me haría feliz no es gustarle a todo el mundo.

No, no y no. Que no.

Lo que yo quisiera es contar bonitas historias como las que leo en los libros.
Historias salvajes como la de un perfume que al olerlo provoca orgías multitudinarias y canibalismo.
Historias místicas, historias exóticas, bellas como la belleza, tristes como la tristeza.
Y esas vorágines, la selva que vive y acaba contigo.
Que las palabras cobraran vida y corrieran por las venas de los brazos de las personas del mundo y llegaran a sus corazones sin que nada pudiera evitarlo.
Que hicieran llorar y reír.
Que se combinaran de tal manera que produjeran maravilla y espanto.
Porque hay una sola combinación grande y algunas pequeñas y otras que no son nada. Como en las máquinas tragaperras.
Contar historias de ahogados hermosos, de libros crípticos, de vidas fracasadas, de amores imposibles.
Y contarlas aún mejor que si las hubiera vivido en mi carne y en mi alma.
Historias que empiezan por "Érase una vez" o por "La primera vez que la vi...".
Cuentos que te revuelven las tripas, que te oprimen el corazón, que te hacen feliz, que te sacan las lágrimas de muy dentro, que te hacen ver el mundo de otra forma, que no tienen pies ni cabeza sólo belleza, que se cantan, que no quieres que terminen, que te gustaría haber escrito a ti, que no te dejan dormir, que te obligan a pasar una página y otra página y otra página, que te hacen reír, sufrir, pensar y no pensar. Sentir. Sacudirte.

En cuanto tenga talento, tiempo, ganas, estilo, historia, empezaré a hacerlo.
En cuanto tenga inspiración, estado de ánimo, libertad, soledad y compañía, empezaré a hacerlo.
En cuanto tenga confianza, apoyo, erudición, simpleza, exotismo, dominio, la palabra justa, y el orden, y la vida me deje y yo deje a la vida, entonces empezaré a hecerlo.

Mientras tanto me conformo con leer lo que otros cuentan y hacer como que vivo y vivir.
Mientras tanto me conformo con pajas mentales, paralelismos, estructuras, perogrulladas, sinsentidos, búsquedas infructuosas, juegos escondidos.
Mientras tanto vivo sin vivir en mí y tan alta vida espero que muero porque la espero..., a la palabra.

Y por si fuera poco soy analfabeto y no entiendo lo que digo.

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