14 febrero 2007

CONTAR. 3: Sí, pero no.

Me despierto sudando, gritando:
¡ Nooooooooo !
Muerto de pánico, con la boca seca, y una angustia sorda, interior, mucho más interior que los tuétanos de los huesos.
La mujer, a mi lado, con el sueño ligero de mujer, me pregunta qué me pasa.
- ¡ Estaba soñando !
Y no quiero decir más. No puedo. Es demasiado terrible.
- ¿Qué soñabas?
Me seco el sudor con un pico de la sábana y pienso que dicen que los traumas hay que contarlos para que desaparezcan. Sobre todo no guardarlos porque quedan dentro y se van pudriendo.
- ¡ Estaba...estaba en la...en una...en una recepción de la Embajada de España. Por el 12 de octubre! Llegaba contento, con una de esas bonitas sensaciones previas a una fiesta, al resultado de un examen que has hecho bien, al inicio de las vacaciones. Las sensaciones previas son mejores que la realidad de lo que se está esperando...
- ¿Y...?
- Durante unos momentos buscaba mi espacio y esperaba a que desapareciera la sensación de recién llegado... Y de repente por mi derecha avanza una señora que conozco, así, de vista.
Se pone a mi lado y me dice "¿qué tal?" y yo "bien, ¿qué tal?" y ella "bien. ¿Cómo estás?" y yo "bien. Hay bastante gente, eh" y ella "sí". Un silencio de 3 segundos. Y ella "¿Cómo va todo?" y yo "bueno, normal, muy bien" y ella "¿sigues por aquí, eh?" y yo "sí, me gusta. Y a ti, ¿cómo te va?" y ella "bueno, normal". Un silencio incómodo de 5 segundos. Una mirada a los lados. Una mirada al fondo. Y yo "igual voy a comer algo" y ella "el queso está muy bien. Allí" y yo "vale, vengo ahora", mientras pienso sólo en escapar y sé que no voy a volver y los dos sentimos el mismo alivio, como cuando se abre una puerta y puedes, por fin, salir.
En el camino veo a un conocido y hago como que no lo veo pero aún así tengo tiempo de ver que me ha visto y que hace como que no me ve.
¿Dónde está ese queso tan rico?

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