04 octubre 2010

Instantes.


La piscina al aire libre, al lado del mar, en la Corniche de Beirut, lo único que tiene del siglo XXI es el precio. El resto es decadente, setentero, oxidado, reliquia caduca de esplendores pasados.

No me importa cruzar la ciudad para llegar. No me importa el chuletilla con slip 3 tallas menor que pasea su cuerpo que un día fue serrano con la cabeza alta, los hombros tiesos y el ojo avizor.
Ni me importa el guardián renegrido de sol con sus gritos roncos, su café turco, su radio y su pinta de "si hay que ir, se va, pero ir pa' na' es tontería". No me importa la tía guarra y obesa que se baña con pantalones, camiseta, gorrita y maquillaje.

Lo único que me importa es estar casi solo en esa piscina gigante y ver el mar y los aviones que llegan y las nubes, y flotar boca arriba, cerrar los ojos y dejar de pensar unos instantes, poner la mente en blanco unos segundos y escuchar mi respiración metalizada y sentir el calor del sol en la cara, la levedad del cuerpo en el agua de mar y chispitas de luz que pasan a través de los párpados. Son segundos de paz y valen por el resto del día y de la noche.

2 comentarios:

Paula dijo...

Un millón de besos y abrazos, que lo disfrutes.

Anónimo dijo...

Y de la puta vida...

(Kamán Shakawy)