27 septiembre 2006

El del tambor.

En la era de las comunicaciones y la tecnología, todavía quedan, por suerte, tradiciones inútiles.
En mi barrio cada noche de Ramadán pasa uno con un tambor, pegando gritos a la vez, para despertar a la gente.
No es precisamente un virtuoso de la percusión y canta peor que yo.
Pero, eso sí, te despierta, que es de lo que se trata.
Así los practicantes pueden comer, beber, fumar, antes de que amanezca y empiece la prohibición.
Yo creo que el hombre pone exceso de celo: pasa varias veces por mi calle, por si acaso alguien tiene el sueño demasiado profundo.
Entre 1'30 y 2'00, -un poco pronto, por Dios, que quedan horas hasta el amanecer-, llega con su tan tan tantatantata, pasa y repasa, y al final se le oye alejarse por las calles del barrio, a despertar a otros, o a dormir él.
Probablemente sea el tonto del barrio, que ya se sabe lo que nos gusta el tambor.
Probablemente lleva haciéndolo toda la vida, todos los años cada mes de Ramadán.
Y hace bien su trabajo porque te despierta, quieras o no.
Después se va y te vuelves a dormir, hasta que suena tu moderno despertador, a la hora que lo hayas puesto.
Pero al fin es una tradición bonita y no es mucho castigo oír un tambor y unos cantos desafinados en el silencio de la noche.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo también fui vecino de las mismas calles por donde transita cada Ramadán nuestro amigo.Sin embargo, a mí nunca me despetó, que yo recuerde. En realidad, ahora que caigo en la cuenta, yo era de los trasnochadores y lo oía antes de cerrar los ojos.